miércoles, junio 06, 2007

Literatura y blogs: no pidamos demasiado

Por ser un tema de permanente actualidad, intentaré seguir publicando las ponencias del encuentro sucedido en 2006, en esta oportunidad la ponencia del chileno Patricio Jara:

Aunque no estoy autorizado a escribir en primera persona (soy de los muchos pero silenciosos que creen que sólo Hemingway, en narrativa, y sólo Kapuscinski, en periodismo, tienen la autoridad para hacerlo), me tomo la licencia para balbucear unas cuantas cosas a modo personal sobre la literatura y los blogs, o sobre la escritura y los blogs o, más bien, sobre los cables, enchufes y transformadores que hay debajo de la mesa de quien tiene un computador con Internet.
Una advertencia: no tengo blog y les mentiría si digo que me muero de ganas por tener uno. De las muchas razones, sólo una o dos: trabajo escribiendo reportajes y leyendo novelas sin título y sin autor todo el día, por lo tanto, no me queda tiempo ni energía, lo que es una manera muy diplomática de esquivar el asunto y decir que soy una maldita rata que sólo escribe por dinero.
Dos preguntas que me paran los pelos responder:
¿Más nos gusta escribir o más nos gusta que nos lean? ¿Es tan bueno escribir con la certeza absoluta de que seremos leídos? Pienso en mi buen amigo Federico Andahazi y le creo cuando dice que siempre, siempre, ha comenzado sus novelas como si fuera un autor inédito, como alguien parado frente al precipicio.
Aceptar esta invitación me llenó de preguntas y de cuestionamientos. Por eso, una noche, le pregunté a mi mujer en la oscuridad del dormitorio: ¿Por qué yo no tengo un blog? A lo que ella respondió cuatro cosas:
1) Porque no tienes tantas ideas geniales todos los días.
2) Porque corriges mucho y nunca estarías conforme. En el blog siempre aparece tu mejor versión.
3) Porque las cosas que les debes decir a tus amigos se las dices en el camarín cuando juegas fútbol. Y como juegas fútbol tres veces a la semana, entonces ya le has dicho todo.
4) Porque aún crees en los libros y en el papel. Y porque cuando mandas correos electrónicos siempre son de dos líneas. Además, nunca has querido aprender a usar el chat. A ti te gusta hablar con tus amigos cara a cara y tomando cerveza… y ahora, duérmete.
Una idea tan breve como obvia: para escribir, se supone que alguien tiene algo que decir; y para hacerlo en un blog, suponemos que aquello es interesante; o al menos urgente, y esa urgencia está supeditada a que no hay otro lugar posible dónde decirlo que no sea este recurso virtual y gratuito. Es una opción y una propuesta; un derecho y una necesidad. Un lugar para escribir aquello que tal vez no sería publicado en ninguna parte; un lado B del single promocional; la canción que quedó fuera del disco no por mala, sino porque no hay más espacio; un sitio para las versiones completas de textos que chocaron con los rigores de la aduana editorial de revistas y periódicos; una segunda oportunidad para esos relatos que nadie quiso publicar o para aquellos relatos que no queremos que publique nadie salvo nosotros.
Por eso los blogs son un medio alternativo en el sentido más amplio del término. No sé si un espacio de resistencia, pero un espacio al fin y al cabo. Está, existe y por eso estamos aquí. Pienso en el blog llamado el medio blog, un blog que se comporta como periódico, con la rigurosidad del periodismo, con fuentes, con reporteo. Está a cargo de la periodista Angélica Bulnes y es leído y comentado. No hay vida privada, hay noticias, ideas, reflexiones.
Pero insisto: para escribir un blog hay que tener algo que decir. ¿A quién? No tengo idea. Sólo puedo intuirlo. A menos que haya una avalancha de respuestas. Pienso, entonces, en la joven chilena Francisca Solar, que hace un tiempo, y con poco más de 20 años, escribió en su blog una nueva entrega de Harry Potter llamada Harry Potter y el ocaso de los elfos. Una llamada fan fiction de 756 páginas y 33 capítulos que generó miles de lectores y, era que no, el interés editorial, pero no precisamente por esa versión apócrifa, sino por la cantidad de público cautivo. La historia acaba de terminar: la chica firmó un contrato para publicar, como libro, en papel, una saga que comienza con la novela La séptima M, muy en la línea de Los expedientes secretos X y que causó el interés de muchos en la pasada feria del libro de Frankfurt. La joven autora pasó del texto en pantalla al texto en papel. ¿Lo consiguió? ¿Fracasó? ¿Lo que comenzó como una fiesta terminó en tragedia? Quién sabe.
Me gusta pensar en la literatura como una sola cosa; grande o pequeña, del porte de una catedral o de un iglú; da lo mismo. Pienso en una sola literatura capaz de valerse de múltiples formas para lograr su objetivo. No creo en la literatura de blogs como algo distinto ni menos en la literatura confinada a los blogs como de clase B y en una suerte de potrero o, como decimos en Chile, al peoresná, al peor es mascar lauchas.
Me gusta pensar que para muchos los blogs son una suerte de divisiones juveniles de un club de fútbol profesional, el semillero, lo que da minutos en cancha antes de debutar en el primer equipo. Los blogs como camarín, como el lugar para aprender lo que no se aprende de otro modo que jugando; en este caso, escribiendo con la certeza de que será publicado. Un enorme taller literario personal en donde mostramos y esperamos respuesta, alguna reacción, un par de líneas que nos saquen la duda, si es que hay alguien al otro lado de la alambrada. Supongo, entonces, que parte del éxito de un blogger y su blog está en ese mensaje de alguien a quien no conocemos que de pronto ha reaccionado ante nuestro texto y nos escribe para felicitarnos o para putearnos, pero nos ha escrito, ha seguido el hilo. La literatura, la escritura, nos parece entonces, ha logrado su objetivo.
Si los blogs se han multiplicado en el último tiempo es también porque hay más gente dispuesta a leer, lo que echa por tierra las quejas de algunos intelectuales de nuestro continente sobre el desinterés y la extinción de los lectores.
Y así como me gusta pensar que los blogs son una suerte de semillero instantáneo de pequeños o grandes textos, como un laboratorio de pruebas; no me gusta pensar en un blog no leído, en un blog abandonado que no visita nadie, en un blog que se muere de pena. Aquello me llena de pavor. Pero así es la selva y la literatura. Llena de peligros y también de oportunidades.
Escribir en un blog es escribir en voz alta. Es el saludable juego del todo vale. Y está bien que todo valga. Es, como se ha dicho, una oportunidad y un derecho, tanto para hablar de bitácoras personales y domésticas, como para hacer novelas por entrega o ejercer un periodismo suelto, callejero, autónomo. Textos de consumo instantáneo, de combustión espontánea. Como bombas molotov que marcan su trazo de fuego en el asfalto y luego desaparecen.

Patricio Jara

Santiago de Chile, octubre de 2006