martes, octubre 24, 2006

Preferencias de lectora nerd

En línea desde el Encuentro, la ponecia de Giovanna Rivero:

Me resisto –o pienso que me resisto- a crearme un blog. Es un último gesto de privacidad, como el acto instintivo de cubrirse los ojos para que la luz no golpee la retina. No toleraría, me digo, el contacto permanente, cotidiano, con los potenciales lectores de mi blog. Quizás se trate de una sociopatía, fobia a la vida mediática. Tampoco toleraría entrar a mi blog y descubrir que nadie lo ha visitado, que ningún alienígena de la blogósfera se ha interesado por explorar mi mundo. Habitada por egos esta colonia virtual, la negativa de otros egos a interactuar con el mío, sería un knock out; un exilio contundente. Hoy más que nunca valoro la intimidad, y ni siquiera una identidad alternativa me garantizaría la posibilidad de esa isla. Sin embargo, no es sólo el miedo infantil el que me detiene, o el temor a estar achicharrando mis retinas de forma irremediable o alimentar con radiaciones incomprensibles algún tumor cerebral (me encanta el drama), sino algunos factores que intentaré comentar con la mayor claridad posible.

Me gusta leer blogs. Leerlos, no participar, enviar comentarios o ponerme temperamental. Me gusta leerlos a modo de libro de bolsillo, ya que –como todos sabemos- siempre es posible camuflar el trabajo de oficina, con el que uno se gana el sustento, con una lectura distinta, algo que haga más llevaderas las exigencias domésticas de la ofi, una ventana siempre abierta a otras dimensiones. Y, como sucede con un libro de bolsillo, también siempre es posible ocultar de inmediato esa ventana si la presencia de alguien se refleja en la pantalla, sobre tus omóplatos. Los blogs que prefiero no son self-literarios, sino sobre literatura. El blogger no publica poesía o cuento, tampoco adelantos de novelas, de su autoría, pero sí comparte sus opiniones y análisis, ensayos, artículos, reseñas, fragmentos y entrevistas sobre cuentos, poesías y novelas que prefiere. Por lo tanto, cuando leo estos blogs inevitablemente comienzo a conocer el alma del blogger, ya que cuando habla de lo que le gusta, está hablando de sí mismo, del escritor que quiere llegar a ser, del escritor que teme no poder llegar a ser. Este juego de ocultamientos y revelaciones ejerce sobre mí una fascinación incurable. Prefiero un millón de veces hacer yo el trabajo de la inferencia que asquearme de inmediato con esa ráfaga de halitosis proveniente de la literatura del blogger en cuestión. Cuando uno visita una librería, puede aún mantenerse a salvo de la estridencia de un libro. Abrirlo y golpearse la cara con las primeras líneas es una mezcla de decisión e intuición y se ubica absolutamente en el terreno de la responsabilidad personal; mas, con el blog hay siempre un paso menos, casi una invasión. Un click y ya estás en la zona de secretos de alguien más, leyendo sus poemas de amor, sus cuentos barrocos, el intento de una novela policial. Puedes cerrarlo, claro, y hacer como si nada haya pasado, igual que la adolescente que ha visto un exhibicionista en el ascensor y ha cambiado de piso de inmediato, pestañeando a altas velocidades para superar la visión. Puedes cerrarlo, cómo no, pero tu pureza de lector ya ha sido contaminada. En mi opinión, el lector debe trabajar duro para llegar a ser un gran lector y, en ese camino, las malas lecturas (la amenaza de ellas, la sobreexposición a ellas) sólo pueden derivar en malos resultados. Es preferible otro millón de veces un blog-“querido diario” a un blog que nos dice que es literatura. En ese decir tal vez se explique mi resistencia. La abierta intención del blogger de que el visitante acepte sin más como literatura lo suyo, como buena literatura, como literatura erróneamente rechazada por las editoriales, los suplementos, los periódicos, las antologías, como literatura por fin reivindicada, eso me parece una falacia, una impostura a la que hay que estar atentos. El estado sentimental del bloggero y su idea de que honestidad es impulso y pasión es propulsión y la expresión de todo eso literatura, lo lastima, lo perjudica, en el caso de que ese bloggero realmente tenga madera de escritor. Quizás se esté jodiendo el futuro. Quizás sea bueno joderse el futuro. No es mi intención ser torpe o soberbia, menos en un encuentro que ha elegido la temática blog y literatura, no es mi intención ser aguafiestas ni apocalíptica, pero prefiero ser todo eso y exigir, como lectora, lo mejor que pueda ofrecerme un soporte que pretende difundir literatura (del propio autor) y, por tanto, que aspira a ser y hacer arte.

Justo acá, me parece, debo hacer un link con otra falacia. Veamos si puedo: una de las principales ventajas que se atribuye al blog de escritores que no han publicado libros (y que se consideran escritores y consideran que lo que publican en su blog es literatura) es precisamente ésa: es una alternativa al libro. Hasta ahí vamos bien. Pero casi de inmediato surge toda una ideología en torno a esto. Con más frecuencia de la soportable, se asume el blog como el soporte que le dará una lección al libro, a lo que el libro también significa, es decir, toda una industria editorial, un circuito de producción, un mercado, un precio, un pensamiento lineal, rancio, secular, unos lectores que gastan dinero en librerías y se inscriben en clubes de sótano, herméticos, elitistas, casi fascistas. Y mientras el libro es producto de todo eso, casi un ghetto, el blog es proceso, democracia, comunidad, es juventud extrema, velocidad, cero impuestos, vértigo, textos con música, música con textos, texto inacabado, infinito, siempre actual, y todo a un costo mínimo para el lector. Está bien que se aproveche la emergencia del blog para criticar ciertas perversiones de las grandes editoriales, tan poderosas como las transnacionales petroleras, está bien. Pero la falacia, o mejor, la inadecuación fundamental es confundir ese plus, ese beneficio secundario, con los verdaderos alcances de un texto en el blog, o sea, con lo que a un buen blog debería importarle. Yo, por supuesto, no conozco cuáles son los verdaderos alcances de un texto literario en el blog (anyway, me hubiera sido difícil, por otro medio, saber de la existencia de la genial Gabriela Wiener y refugiarme en esas joyas literarias que ella llama reportajes del Nuevo Periodismo: “Yo fui una freak pero me operé”, “Swingerlandia: dame el tuyo y toma el mío”, “Un esposo y seis esposas y todos felices”, “Metapornosis” y otras crónicas de gran factura). En fin, decía, no sé si los editores se sentirán realmente dolidos cuando leen un texto que ellos pudieron haber publicado en formato libro; no sé si se sienten abofeteados cuando otro más, un escritor que se supone que sólo debe escribir, ahora también hace sus propias ediciones, sin someterse a comités de editores y correctores de estilo ni nada que establezca un mediato entre su obra y el lector, no sé si los bloggeros toman la opción de publicar su producción literaria porque han renunciado sincera, auténticamente, a la idea del libro, no sé si la preocupación por el medio y su mediúnnidad no nos distrae de lo verdaderamente importante: el texto. No sé si todo, es al fin, sólo una gran distracción. Yo ni siquiera soy una blogger, pero practico el bookcrossing (sí, también se parece a una fiesta swinger, pero en este caso sólo hay fantasía) con lectores de libros y estoy segura que la bipolarización no debe ser Blog vs. Libro, ni siquiera Blog vs. Editores poderosos, y hasta dudo de las conjunciones (Blog y Literatura), porque todos esos conectores sintácticos sólo nos advierten de la insuperable, ontológica distancia de cualquier juego de palabras. Blog, por ahora, no es literatura. Cuando se dice “novela” se dice literatura, cuando se dice “cuento” se dice literatura, cuando se dice “poema” se dice literatura, pero todavía el tecnema blog no significa literatura. El blog necesitará significar una forma, una única forma, un lenguaje que no imite las intenciones comunicativas de ninguno de los géneros para poder erigirse como otro género literario. Conseguir esa forma requiere de sus cultores lo mismo que requiere de un escritor que publica libros: buenas lecturas, aun mejores relecturas, trabajo de corrección, reposo del texto, autocrítica y jerarquización.

En relación a esos requerimientos, creo que la naturaleza instantánea del blog no alienta demasiado la actitud proclive a la corrección, la reflexión, el reposo. La tentación de lo inmediato está allí, táctil, a un click de distancia. La esencial angustia-ansiedad del escritor por publicar encuentra en el blog un alivio; el peligro es que este alivio sea momentáneo y termine por agotar al blogger, y una mañana, un jueves, decida que está bien por ahora. Que es tiempo de hacer silencio, que ha abordado, no siempre hasta conseguir sus más intensas profundidades, todas las obsesiones que lo atormentaban y que ahora puede llamar su “etapa de blogger” a la suma de aquellos textos compartidos generosamente con lectores de todo tipo: cultos, malcriados, interesantes, previsibles, accidentales, robados de otros blogs, nerds y quisquillosos.

Evidentemente, hay blogs magníficos, a los que uno llegará a amar como se ama a un buen amigo. El movimiento contrario de un espacio virtual que no discrimina nada es la jerarquización; y son precisamente los lectores, los bloggeros con sus ecosistemas de referencias, los que terminan jerarquizando y discerniendo entre los buenos y los malos blogs, de eso podemos estar seguros. Los bloggers que más bien hacen a ese mundo paralelo que es la “vida conectada” son los que postean no para reducir su ansiedad de publicar o colonizar vastos mercados, no para sumarse a las hordas de gente espontánea que bajo la utopía de la espontaneidad publica lo que sea, haciendo del lector un tacho de basura, no para decir que se han adherido sin pérdida de tiempo al último grito de la tecnología, sino para generar pensamiento. Postean para ayudarse a pensar. Postean con la esperanza de encontrar lectores inteligentes con los cuales la tarea de pensar sea más feliz. En ambos casos –literatura y blog- está de base, por supuesto, la necesidad de expresarse. Tener algo que decir, una versión de lo que consideramos verdad, es lo que explica también la literatura. Pero el arribo a esa mirada personal de la vida precisa de un tiempo, macerar las ideas, renunciar a las ideas, volver a las ideas, y recién intentar la expresión. Creo que el blog puede representar un peligro para esa tarea de pensar. Creo que a menudo el blog se apresura en publicar sentimientos antes que ideas, y de ese modo apunta a ser un soporte sentimental soft. El cine, por ejemplo, se enfrenta permanentemente a la tentación de lo sentimental. La posibilidad de construir un relato visual con música o con una voz en off, aparte de inscribirse en la patria de la narración, activa en el lector el mecanismo de la evocación, o sea, de lo sentimental. Si esa sentimentalidad es sólo estética, cosmética, caliente, está destinada al olvido. Y no me refiero al olvido como castigo, sino a que la memoria no podrá registrarla como un significado vital, un sentido, una composición que consiguió traducir lo que el común cinéfilo quizás no podría. Los cineastas trabajan, entonces, la mirada –hecha, claro está, de una gramática de la imagen, de un orden, de una específica retórica de la imagen- para que su película constituya una pequeña verdad y no sólo un álbum sentimental. El blog puede imitar el comportamiento del cine, por supuesto, y hacerlo bien, ya que podría desplegar herramientas parecidas: un correlato sonoro, una imagen en movimiento, un guión, unos acontecimientos, unos subtítulos a manera de apostillas, una postal de paisaje si se quiere, y apuntar hacia la revelación de esa mirada particular, y entonces, ¿podríamos decir que acabamos de ver un clip, un corto, una peli? ¿Podríamos decir que acabamos de ver un blog?

Y así como literatura y cine nunca se opusieron, y antes tampoco lo hicieron teatro y literatura, sino que entre ambos pares de lenguajes construyeron una ficción compartida (las buenas películas nos enseñan a escribir mejor y el cine es primero una inteligibilidad hecha de escritura -el guión- y todo eso un ecosistema narrativo perfecto, creciente, evolutivo, mutante), esto mismo sucede o podría suceder con el blog. Los lectores nerds podríamos beneficiarnos con una novela por entregas y, no conformes con las decisiones de su creador, podríamos desviar destinos de los personajes, manipular causas y proponer otras consecuencias, todo ello imitando el estilo, tono, intentando ver las cosas desde los ojos del escritor. El juego de la imitación podría encontrar en el blog un terreno fértil, quizás más adecuado que en un taller presencial de escritura, y de ese modo beneficiarnos con una didáctica inherente al soporte blog. El ejercicio de la imitación, de la imitación fiel, podría ser uno de los grandes aportes del blog para la literatura (imitar como adaptarse, como mimesis, renunciando a otra tentación: la de la interpretación permanente). Me parece que, en todo caso, ése es el orden: el blog aporta a la literatura. En este ámbito, por ejemplo, en el blog http://ellamentodeportnoy.blogspot.com, encontraremos análisis certerísimos sobre la tradición literaria norteamericana y serios intentos por comprender la estética cinematográfica japonesa. Pero no es eso lo que quiero puntualizar de este blog; me interesa hacer un acercamiento a sus tests literarios. En esta burbuja de amistad casi fanática que se ha creado en el lamentodeportnoy.blogspot.com, Alvi Singer, Septembrino y un par de participantes más, se esfuerzan por completar los tests literarios que el anfitrión les plantea. Con respuestas de múltiple opción, los bloggeros del lamentodeportnoy intentan solucionar misterios de thrillers o de predecir la acción que un personaje ejecutará, de acuerdo a su perfil psicológico. No todos los textos sobre los que versan los tests son reales, pero esto no desanima a los bloggers, ya que encuentran en el deporte de la ficción un chance para vivir otras vidas. Sólo leer las distintas variantes que la misma historia va tomando –Alvy Singer es muy dura consigo misma, maldice sus dedos muy a menudo- es un verdadero placer.

Y es que cuando uno arriba a un gran blog, la respiración se vuelve perfecta, aire por la nariz, monóxido por la boca. Todo está bien. Colocamos al blog en favoritos y nos dejamos tomar por la alegría. Pura alegría. Particularmente, durante esos viajes al interior de mis favoritos (generalmente se trata de bloggers que se saben buenos lectores, y de hecho me encantaría que el sinónimo absoluto fuera blogger=gran lector) se produce el aprendizaje. Aprendo de sus textos y del modo en que se relacionan con la opinión ajena. Un buen blogger sabe distinguir una idea brillante de entre la verborragia de los alienígenas; entonces responde y provoca, desvía y acaricia, pregunta y agradece. Y entonces, insisto, de nuevo, decir blogger debería ser lo mismo que decir “buen lector”. La responsabilidad (y la evidencia) de ser un buen lector podría ser otro de los aportes del blog a la literatura.

Sucumbir a la tentación de un medio tan masivo responde siempre a un gesto de exhibicionismo, uno quiere ser mirado, visto, leído, tocado, amado. El blogger debe consolidar esa fortaleza, seguro que sí, volcar la mirada del mundo sobre sí mismo, ungirse en ella, sumarse a la memoria acumulada y, simultáneamente, blandir airoso, indignado, un fake de individualidad. De romántico nihilismo. Este segundo movimiento implica el olvido voluntario de los otros, a pesar de su omnipresencia. Como estar desnudo en medio de la calle y no haberse enterado o no querer enterarse. Y, además, gozar de estar desnudo, creyendo que se está en privado.

Cierro mis reflexiones de lectora nerd con esta idea del pintor alemán Paul Klee (que tomé de un libro de Regis Debray): “Es necesario que exista un terreno común al artista y al profano, un punto de encuentro donde el artista no aparezca ya, fatalmente, como un caso marginal, sino como tu semejante, lanzado, sin haber consultado, a un mundo multiforme y como tú obligado a salir adelante bien o mal”.

1 Comments:

At 4:53 p. m., Blogger ANQAS NUNA said...

Me han hablado de usted, concretamente un señor llamado Rodrigo Antezana.
Es interesante vincular nuestras aficiones a través de un profano nicho que se quedará por siempre en el sistema. Ese el criterio, dejar algo que existe por si solo, dentro de un universo desconocido.

 

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